Me hacen gracia los trenes de NY, las estaciones por fuera son muy bonitas, con luces y parece que en vez de bajar al subway vas a un multicine o algo, y por dentro son feas, son viejas, como desgastadas y sucias, y hace un calor que te sientes en el mismo infierno.
Entras al vagon y es como cuando te estabas ahogando y coges aire, que vuelves a respirar.
Y de repente, miras a tu alrededor y la multiculturalidad de NY se hace presente, toda clase de gente de toda clase de sitios, de razas, creencias, ideologias, vestimentas, edades; los tienes en tu mismo vagon, y puede venir a pedirte dinero un vagabundo, que un grupo de vocalistas de soul te cantan a capella, o que te sorprende una performance de una escuela de teatro.
Y mientras un pensamiento secundario me ronda en la cabeza sobre la soledad, creo que la mia, mientras miro las oscuras vias por la ventana intentando divisar una rata o quien sabe, una tortuga ninja.
